Hamilton, una masculinidad sensible y cuidadora

La formación de una masculinidad sensible y cuidadora

Yo soy “Hamilton …”  dice él desde su estatura y su porte que lo hacen parecer muy distante de sus 16 años, una idea de mayoría de edad que no se basa solo en su apariencia. Hamilton resalta de entre el resto de sus contemporáneos por su pensamiento claro y posturas muy contundentes; él sabe que no es como los hombres de su entorno… no lo es porque no quiere, y eso lo tiene muy claro.

Es un líder con años de formación, desde que era pequeño se vinculó a procesos sociales, mientras los otros niños jugaban fútbol él estaba leyendo o aprendiendo de la importancia de los valores en la vida diaria, especialmente del respeto y juntándose con personas que le decían que lo más importante es estudiar. Creció rodeado de mujeres, su familia son su madre, su hermana melliza y su abuela, por eso no concibe el maltrato hacia la mujer y sus discusiones con ellas son cuando les dice “no puedo creer que yo sea más feminista que ustedes”, porque las ha escuchado criticando a otras mujeres o limitando sus libertades.

No tuvo mucho contacto con su padre mientras crecía, y dice que por eso no se le da tan fácil permanecer con otros hombres, ve en ellos relaciones que se construyen desde la rivalidad y la competencia; antes sentirse así de diferente lo ponía mal, incluso trato de cambiar pero hoy dice que su mayor logro ha sido aceptarse tal y como es. Esto, sumado a su pasión por la escritura, por la lectura, por aprender y por poder estar en todos los lugares que le brinden oportunidad de crecer, lo ha llevado a convertirse en un líder de su comunidad, un nombre que siempre sale cuando se busca a alguien que haga puentes entre las personas o que apoye a otros en sus momentos de necesidad.